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![]() -Portada de la edición de 2013 de la Editorial Egales- |
"Hay
varias condiciones que convierten a un libro en clásico. (…) Una de
ellas, que parece externa, son las reediciones. Los libros tienen su
momento, pero sólo aquellos que lo trascienden alcanzan dicha categoría”
J.M.
Pozuelo Yvancos. ABC Cultural, 16 de febrero de 2013. La
actual edición de esta novela -a cargo de la Editorial
Egales- es, en realidad, la reedición, veinte años después de
su lanzamiento, de lo que podríamos considerar el primer clásico de la
literatura gay en España. Se editó inicialmente en 1992 (con reimpresiones en 1996 y 1998) por la
Editorial Laertes y supuso un éxito
sin precedentes para este tipo de novela, de la que, en sus tres
ediciones, se vendieron miles de ejemplares. Todo un mito que, por fin,
vuelve a estar disponible para una nueva generación de lectores. ¿Cuál
fue la razón de tal éxito? Tal vez porque el autor acertó a construir
un personaje que al lector se le antoja próximo, por su lenguaje
directo y popular, por sus evidentes debilidades humanas o porque sus
peripecias lo acercan a mundos que pueden resultar fascinantes, como el
de los viejos internados de curas, sólo para muchachos, o
al de la prostitución masculina, repletos ambos de vivencias sexuales.
O, tal vez, porque ese mismo protagonista
resulta creíble, despertando la simpatía y la complicidad de
quien lo va conociendo, sobre todo al comprobar su inmadurez perenne,
su candidez –que lo torna entrañable-,
sus indisimulados deseos de enjugar la soledad en la que su vida
sin futuro se desenvuelve y, también, su poderoso apetito sexual. O
quizás, porque los lectores encontraron morbosa la descripción que en
la novela se realiza de entornos turbios como bares y cines o, cómo no,
por la profusión de sexo explícito, sin medias tintas, que llenan
muchas de sus páginas. El Gladiador de Chueca relata, en un impresionante monólogo de lenguaje directo, coloquial, lleno de colorido, las peripecias vitales y sexuales de un joven chapero en el Madrid de los años noventa del pasado siglo. Tal es el realismo de su lenguaje, que más que leerse parece que se escucha la voz del protagonista. La
presencia de un silencioso interlocutor provoca las más íntimas
confidencias del joven -un antihéroe adolescente y barriobajero,
habitante de aquel Madrid nocturno y homosexual- en las que, con
descaro, relata unas vivencias que se producen en un submundo
desconocido y marginal, inexistente para la mayoría. Pero a pesar de la
pulsión sexual que parece moverlo desde niño –y que él se encarga
de detallar pródigamente- y de su pretendida máscara de hombre duro,
sus intimidades traslucen una personalidad inocente, tierna, incluso cándida,
que se esfuerza por disimular que la constante que lo acompaña a lo
largo de su corta pero provocadora vida es la búsqueda del amor.
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El
Gladiador de Chueca -cuyas raíces habría que buscarlas en la novela
picaresca, aunque sin perseguir sus efectos moralizantes- es una
historia de aprendizaje, una aventura entrañable y divertida cargada de
erotismo, que comienza en un internado sevillano en el que el
protagonista descubre el amor no correspondido y las consecuencias de su
diferencia, para continuar en la gran ciudad y sus lugares turbios donde
el chapero es procurado por hombres solitarios a los que restaña momentáneamente
su soledad a cambio de unos billetes. Carlos
Sanrune consiguió una novela de estructura innovadora, de una agilidad,
un ritmo y un entrañable sentido del humor pocas veces visto en nuestra
literatura actual. Es una de esas pocas novelas que enganchan al lector
desde las primeras páginas. Una novela que se lee de un tirón.
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La
portada de la edición original, la de 1992, fue a cargo del genial
dibujante Nazario y seguramente tuvo bastante que ver en el éxito de
ventas de la novela. En esta nueva edición de 2013, la
portada reproduce parcialmente un cuadro
del pintor sevillano radicado en Roma, Gonzalo Orquín (Grande
interno romano de Gonzalo
Orquín. Óleo sobre lienzo, 150 x 150 cm, 2011. Colección privada,
Roma. La imagen fue tomada cuando la obra aún se encontraba en proceso
de ejecución. Web del autor: www.gonzalo-orquin.com En la presente edición, la novela se presenta acompañada por un prefacio del propio autor y por un anexo final denominado “La representación del antihéroe en El Gladiador de Chueca”, escrito por Luis Mora Álvarez, profesor de español en la Universidad de Georgia Gwinnett College. En el prefacio, el autor cuenta la siguiente anécdota: ''Para terminar no quiero dejar de incluir aquí el penúltimo párrafo de un artículo publicado el lunes día 15 de junio de 1992 por el diario El País sobre la Feria del libro de Madrid de aquel año, que dice: Decenas de escritores españoles importantes han firmado en la feria, aunque algunos, menos conocidos, no se atrevieron. Como el autor de El gladiador de Chueca, Carlos Sanrune, que “es un seudónimo y no quiere venir a firmar”, dijo misteriosamente una mujer en la caseta de Laertes, en la que este libro ha sido el mayor éxito. Y le puso aún más fantasía: "Es el relato de un chapero y puede que sea él". Recuerdo
que durante la Feria del Libro de ese año pasé varias veces frente a
aquella caseta de Laertes, para comprobar, lleno de silencioso orgullo,
cómo “El gladiador de
Chueca” ocupaba un amplio espacio de su expositor, pero nunca me
atreví a identificarme como su autor''. TRADUCCIONES: En el año 2003 la obra fue traducida al francés y publicada por Editions Dans l'Engranage con el título Fleur de Macadam y traducción de Paco Valdés.
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-Portada de la edición original de la Editorial Laertes-
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